Yanis Varoufakis
18/06/2017En septiembre de 2015, poco después de la elección de Jeremy Corbyn, me pidieron que diera algún consejo al líder laborista recién elegido. Mi respuesta, tras nuestras experiencias en Grecia de derrotar por dos veces en ese año a unos medios de comunicación renacidos, oligárquicos, fue:
“No os asusten los intentos de difamación personal a cargo de los medios del sistema. Los medios del sistema tratarán de haceros pedazos. Lo que es importante es que los inundéis de argumentos racionales, con compasión, con cierto grado de humor y autoparodia, y concentrarse en cultivar relaciones muy sólidas con la opinión pública que está ahí y a la que le han llenado la barriga de opiniones sesgadas y con los intentos de todos los partidos de congregarse en un terreno intermedio en el que esperan atender a los prejuicios del votante medio”.
Enfrentado a un establishment blindado emperrrado en recuperar su control sobre el Partido Laborista, Jeremy Corbyn se mantuvo en su terreno en nombre de una decencia humana fundamental y, además, de la Política Progresista de Principios.
Anoche el pueblo británico le otorgó por ello su recompensa, a él y a sus camaradas, con un asombroso voto de confianza. A contracorriente de una prensa británica que nunca anteriormente había estado tan unificada a la hora de ridiculizar y deformer sus medidas políticas sensatas y su civilizado comportamiento (tuvo enfrente incluso al Guardian hasta los últimos días de campaña), hizo lo que los progresistas deben siempre hacer: siguió pegado a su mensaje e ignoró las deformaciones, provocaciones, intentos de difamación personal de los medios, y al final logró puentearlos con éxito y hablar directamente a las esperanzas y preocupaciones del electorado.
En ese entorno politico y mediático, detener la tendencia dominante de Theresa May, puntuar entre los mejores resultados laboristas en votos desde la II Guerra Mundial, y forzar un Parlamento sin mayoría absoluta frente a una líder “tory” a la que se consideraba segura vencedora, constituye una magnífica victoria.
Por supuesto, como todas las victorias contra el establishment que se anotan los progresistas, se trata de un pequeño peldaño en un camino difícil. Como todas las victorias progresistas, su significado no está en lo que se consigue sino en el potencial que hoy libera en nombre del pueblo de Gran Bretaña y de los progresistas de todas partes.
¡Adelante, camaradas!