Marx y beneficio: para acabar con el “problema de la transformación” de una vez por todas

Barry Healy

11/11/2017

Money and Totality, A Macro-Monetary Interpretation of Marx’s Logic in Capital and the End of the ‘Transformation Problem’

Fred Moseley

Haymarket Books, 2016

 

Karl Marx publicó el volumen I de El Capital en 1867. Solo seis años después escribió en un postscriptum a la segunda edición alemana: “El método empleado en El Capital apenas se ha comprendido, lo cual se deduce de las diferentes concepciones, todas contradictorias entre sí, que se han tenido de la obra”.[1]

De haberlas, esas concepciones contradictorias se han intensificado desde entonces, con varios debates casi inextricables propagándose por los círculos marxistas. Uno de los debates más virulentos es el del llamado “problema de la transformación”.

El problema trata sobre la representación de Marx de los precios de la producción en la segunda parte del tercer volumen de El Capital, que fue editado por Engels a partir de los papeles manuscritos de Marx después de su muerte.

Marx expuso el circuito del capital con la siguiente fórmula:

• M, para representar el capital del dinero, el poder de compra

• C, Mercancías involucradas

• P (producción) manufactura

• C’, mercancías que poseen un valor añadido que se recupera cuando estas se venden en el mercado

• M’, dinero incrementado para el capitalista

El circuito puede resumirse así: M – C…P – C’ – M’. Es un circuito en el cual el capital del dinero se convierte a sí mismo en otra forma de valor, el de las mercancías físicas que se requieren para la producción, incluyendo el pago por la fuerza de trabajo. Marx calificó esas mercancías usadas en la producción como “capital constante” y “capital variable”.

Los capitalistas utilizan el capital constante y el variable para producir nuevas mercancías que contienen valor añadido. El valor extra se extrae mediante la venta en el mercado, de forma que el capitalista habrá incrementado el dinero. Los capitalistas no pagan salarios a sus trabajadores que igualen el valor extra que los trabajadores crean. Ese “superávit” de valor entre los salarios y el precio obtenido en el mercado es la fuente del beneficio capitalista.

Las personas que piensan embarcarse en la lectura de El Capital bien podrían no hacerlo y en su lugar leer el segundo capítulo de Money and Totality, A Macro-Monetary Interpretation of Marx’s Logic in Capital and the End of the ‘Transformation Problem’ de Fred Moseley, que es una representación algebraica de todo el método marxista.

Historia del problema de la transformación.

La crítica considera que Marx cometió un error fundamental. El economista ruso Ladislaus Bortkiewicz fue el primero en señalarlo a principios de 1900. Bortkiewicz afirmó que Marx había calculado el capital constante y el variable en términos de valor, mientras que la mercancía resultante se valoraba por el precio de producción.

El economista ruso afirmó que Marx había fallado a la hora de “transformar” los inputs del capital variable y constante en precios de producción. Bortkiewicz sostuvo que Marx situaba el valor en un nivel de su propia teoría y el precio en otro, y que había fallado al conectar ambos. En los primeros volúmenes de El Capital, se dice que Marx estaba hablando de trabajadores individuales y capitalistas y luego saltó a una visión sistémica en el volumen III.

Por este motivo, Bortkiewicz dijo que el método de Marx era insuficiente para calcular los precios relativos y la tasa general de beneficio.

Esto fue demoledor, ya que el proyecto global de Marx era explicar con exactitud de qué forma el capital obtiene beneficio de la conversión del valor de superávit en dinero. Marx se había dedicado a explicar la transformación dialéctica de muchas cosas, así que malinterpretar algo tan básico como el modo en que se produce el beneficio no sería algo menor.

Los partidarios del problema de la transformación sostienen que el análisis del capital en términos de valor expuestos en los volúmenes I y II es diferente al del volumen III. Sin embargo, Moseley demuestra que no hay contradicción: la producción del superávit teorizado en los dos primeros volúmenes se da por sentada en la teorización de la competencia del volumen III. La distribución del superávit en beneficio, interés y renta se produce por la competencia capitalista.

Notables teóricos siguieron los pasos de Bortkiewicz e intentaron resolver el problema. Paul Sweezy, Piero Sraffa, Anwar Shaikh, Duncan Foley, Gerard Dumenil, Andrew Kliman, Ted McGlone, Richard Wolff, Bruce Roberts, Antonio Callari, Ben Fine y Alfredo Saad-Filho están entre ellos, todos pensadores marxistas bastante capacitados para un debate mordaz.

Todos ellos ofrecen una gran variedad de interpretaciones en conflicto y también de soluciones al problema. Ha habido una polémica muy candente y también una considerable confusión.

Moseley es uno de los participantes de este polémico asunto, pero en este volumen no solo se atreve a explicar el problema de la transformación y sus posibles soluciones, sino que se propone zanjar la cuestión. Moseley dice que nunca hubo un problema de la transformación que resolver.

Hay muchos académicos marxistas con una trayectoria basada en la continuación de ese debate, así que Moseley demuestra no poco valor al asegurar que ha llegado a la sorprendente y decepcionante conclusión de que la teoría de Marx se ha malinterpretado durante la mayor parte del siglo XX. [2]

La perspectiva de Moseley.

Para su argumentación, Moseley divide el texto en dos grandes secciones.

Los primeros cinco capítulos explican por qué no hay un problema de la transformación. Moseley usa una “interpretación macromonetaria” que enfatiza el método lógico de Marx. Desarrolla una evidencia textual de vasto alcance, sobre todo desde las recientes fuentes disponibles que vieron la luz en el proyecto de las obras compiladas de Marx y Engels, el llamado MEGA2.

En su intento de exponer que el problema de la transformación es más bien vacuo, Moseley destaca tres de las publicaciones de MEGA2. Una de ellas es el manuscrito completo de 1861-63 (unos dos tercios ya se habían publicado como teorías del valor del superávit). Otra es el manuscrito original y completo del tercer volumen de El Capital (conocido como el manuscrito de 1864-65) y también fragmentos del borrador del volumen uno del capital que están en el manuscrito de 1864-65. Por último, también se remite a los Grundrisse.

Moseley deja ver que en las partes uno y dos del volumen III, Marx demuestra la transformación dialéctica que va desde la categoría del valor a la del precio de producción. Marx hizo eso porque diferentes capitales tienen diferentes tasas de capital constante y capital variable (lo que llamó “composición orgánica”). También tienen diferentes tasas de facturación.

El precio de producción es el precio de coste (la suma del capital constante y del variable) más el beneficio (el precio de coste multiplicado por la tasa media de beneficio). Si los capitalistas vendieran sus mercancías a su valor (individual), eso chocaría con la formación de una tasa general de beneficio.

Aunque los precios de venta del mercado real divergen de los precios individuales de producción (pero siempre oscilan entre ellos), y los beneficios se desvían del valor de superávit individual, la suma total de los precios de producción iguala la suma de los valores. Además, el total del beneficio, el interés y la renta se iguala a la suma de los valores de superávit.

La crítica de Moseley.

En la segunda sección Moseley resume y critica las contribuciones más importantes a la literatura del problema de la transformación. Esto tiene un valor enorme para cualquier neófito en la materia. Moseley es insistente a la hora de dilucidar de forma respetuosa las ideas de sus oponentes, con lo que ha conseguido un libro de texto sobre lo que llama el problema de la “interpretación estándar”.

Empieza con las posturas de Bortkiewicz y Sweezy. Después continúa con la “interpretación reiterativa” de Shaikh, con la “nueva interpretación” de Foley, Duménil y Mohun, con la interpretación sistémica temporal simple (ISTS) de Kliman y McGlone, con la interpretación del marxismo repensado desarrollada por Wolff, Roberts y Callari, y con la composición orgánica del capital de Fine y Saad-Filho.

Moseley disecciona cada una de ellas con profundidad y respeto. Si no fuera por la atmósfera de polémica que ha enrarecido este asunto durante tanto tiempo, su análisis se consideraría tedioso. Dado el estado de la situación, Moseley necesita armarse de paciencia y explicar cada detalle.

Para responder a todas estas interpretaciones, Moseley dice que nunca hubo un problema de la transformación porque el valor del superávit producido en la economía como un todo está determinado lógicamente desde antes de la división del total del superávit en partes individuales. En los volúmenes I y II Marx escribió en términos de capitales individuales y trabajadores individuales, pero estos eran ilustrativos del sistema capitalista entero.

El capital variable y constante al que Marx se refirió en el volumen I son precios de producción para el sistema entero, no para valores individuales. Sin embargo, Marx no explicó eso claramente hasta el volumen III y desgraciadamente las decisiones editoriales de Engels no ayudaron.

Marx no escribió una teoría del valor en los volúmenes I y II y una teoría de los precios en el volumen III. La teoría de Marx en los tres volúmenes de El Capital trata sobre un sistema simple, la economía capitalista actual [3], dice y repite Moseley casi en cada página.

La única diferencia entre el volumen I y el volumen III es el nivel de agregación. En el volumen III, las cantidades individuales del capital constante y del variable se dan por sentadas, además del capital constante total y el capital variable que se dan por sentados en la macroteoría del superávit del volumen I de El Capital.

De dónde procede el beneficio.

¿Entonces de dónde viene el beneficio en última instancia? Moseley es muy tajante:

De acuerdo con la teoría de Marx, todas las partes individuales del valor del superávit provienen de la misma fuente, el excedente de trabajo de los trabajadores en producción. De este modo, el total del superávit tiene que determinarse antes de su división en partes individuales, y el total del valor del superávit se determina por el total del trabajo excedente y por nada más.[4]

La predeterminación coincide con el método hegeliano que sirvió a Marx para escribir El Capital. En la dialéctica hegeliana, lo universal precede a lo particular y lo singular se deriva de lo particular.

En Marx, el universal es el capital en general creando valor de superávit, lo particular es la competición de muchos capitales y lo singular son las formas individuales en las que se expresa el beneficio.

Marx siguió ese formato teórico en la escritura de El Capital. Primero demostró la forma más general de capital y de valor de superávit; luego escribió sobre la competencia entre capitales particulares y finalmente se encargó del beneficio, la renta y el interés.

Moseley ha hecho un gran servicio a la clarificación de estos asuntos. Ha derribado algunas de las cuestiones más espinosas en este libro y lo ha hecho con vigorosa precisión.

Notas:

[1] Capital, Volume 1, Afterword to the Second German Edition,

https://www.marxists.org/archive/marx/works/1867-c1/p3.htm

[2] Fred Mosley, Money and Totality, Haymarket 2016, p. 373

[3] Fred Mosley, Money and Totality, Haymarket 2016, p. 6

Activista social australiano y colaborador de las revistas Links y Green Left Review.
Fuente:
http://links.org.au/money-totality-marx-capital-transformation-problem
Traducción:
Andrés Lomeña Cantos

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