El Gran Proceso de Turín contra el magnate del amianto, el pretendido filántropo Stephan Schmidheiny. (De la mano de una de las fiscales de la Acusación Pública)

Paco Puche

30/12/2016

                                                         - Galileo. Y yo le digo: quién no conoce la verdad,
es solo un zoquete. Pero quién la conoce
y le llama mentira, ¡es un criminal!
¡Salga de mi casa!
Bertolt Brecht. Vida de Galileo
 

Sara Panelli actuó como fiscal en el juicio de Turín contra los magnates del amianto Stephan Schmidheiny y el barón De Cartier, junto a otros dos fiscales más, Guariniello y Colace. Ha sido testiga directa del juicio y ha manejado una gran documentación, alguna de ella incautada o rescatada de archivos privados de algunas empresas. Todo este caudal de información y  experiencia lo ha narrado en un libro de reciente aparición, junto a Rosalba Altopiedi, socióloga de la universidad italiana, titulado Thre Great Trial .  Estamos ante un libro-documento excepcional del que en la actualidad se prepara su edición en español.



 

La tesis central del libro es la siguiente:

“En la reconstrucción presentada ante el tribunal por el fiscal hay pruebas suficientes que demuestran la responsabilidad de Stephan Schmidheiny”. ¿Responsabilidad de qué? De  exponer intencionadamente a trabajadores y población a la contaminación por amianto, y de resultas han muerto y mueren aún muchas personas en Italia.

El proceso

Tras años de investigación, los fiscales  mencionados llevaron a juicio a los responsables de la multinacional Eternit por negligencia intencionada contra la salud y las medidas de seguridad y por desastres medioambientales intencionados, debido a las plantas de amianto italianas de Casale Monferrato (provincia de Alessandria), Cavagnolo (provincia de Turín), Rubiera (provincia de Reggio Emilia) y Bagnoli (provincia de Nápoles).

Los procedimientos legales comenzaron en el juzgado de Turín en diciembre de 2009. Este acontecimiento destaca en la historia legal de Italia debido al gran número de demandantes: seis mil personas declararon daños tales como la muerte o enfermedad de alrededor de 3000 familiares que habían trabajado en las plantas de Eternit o que habían vivido cerca de ellas.  El 13 de febrero de 2012, ambos acusados fueron condenados a dieciséis años de prisión. El 3 de junio de 2013, el Tribunal de Apelación de Turín confirmó el veredicto y la reconstrucción de los hechos tal y como había sido establecido por el tribunal en primera instancia y sentenciaba a Stephan  Schmidheiny (el otro acusado había fallecido entretanto) a dieciocho años. El 19 de noviembre de 2014, el Tribunal de Casación declaró el delito de desastre ambiental intencional como prescrito, terminando así el juicio de Eternit. Esta decisión fue un escándalo nacional porque el alto Tribunal admitió en un  comunicado de prensa que  había sido llamado a determinar la existencia de un desastre medio medioambiental que efectivamente reconoció. “Por esta razón, los hechos y la premeditación que  se describen en el presente juicio se puede decir que han sido defendidos también en el Tribunal de Casación” ,como afirman las autores del libro. Stephan Schmidheiny es culpable de tremendos delitos pero los formalismos jurídicos lo han librado, por el momento, de la cárcel.

Una breve  historia de Eternit en el siglo XX, una empresa del gran capital suizo y belga

Stephan Schmidheiny es el último vástago de una familia suiza  enriquecida durante el siglo XX por el negocio del amianto. Pero de los crímenes que se le juzgaba en Turín (y de los nuevos que ahora se le juzga ) solo le afectan desde 1974, fecha en que asumió las responsabilidades de las empresas de amianto del grupo familiar. No las ha dejado, al menos, hasta 1992, año en que ha liquidado la gran mayoría de esas empresas. A partir de ahí se le conoce en el mundo como promotor de la fundación “filantrópica” denominada AVINA.

En 1920 los Schmidheiny abren su primera fábrica de fibrocemento en Suiza, llamada Eternit.  En el curso de las décadas siguientes, alrededor del 90% del amianto importado por Suiza fue a parar a las fábricas suizas de Eternit. Pero es, en palabras del padre de la saga Max Schmidheiny, que «en los último 40 años, el papel y la importancia de Eternit de Suiza ha cambiado de manera considerable. Durante la Segunda Guerra Mundial y en los años inmediatamente después, la participación de los suizos en Eternit Europa se alzó de alrededor de un 3% a aproximadamente un 50%.”  

Y es en 1922, que la primera reunión entre los fundadores de las familias Emsens y Schmidheiny, belga y suiza, marcó el comienzo de una colaboración entre dos de las familias empresarias más importantes en el mundo del cemento, el amianto y el fibrocemento. Fue el comienzo de una alianza que se ha mantenido a lo largo de todo el siglo XX hasta día de hoy y que describimos en el resto de esta historia. Estas familias formaron alianzas, redactaron acuerdos y entrelazaron intereses a través de una participación recíproca y asientos en sus respectivos consejos de administración). Según Maria Roselli, periodista suiza, en su libro La mentira del amianto. Fortunas y delitos  la red de participaciones pasadas y presentes del grupo Eternit en sus ramificaciones suiza y belga estaría comprendida en el siguiente esquema:



Como se puede ver manejan en coalición más de 50 empresas repartidas por todo el mundo.

Junto a otras dos poderosas familias en el sector en la Europa Continental (la familia austríaca Hatschek , inventores del fibrocemento y la Cuvelier francesa) y otras más, incluida la empresa de amianto española que más tarde daría lugar a Uralita, en 1929 constituyen un poderoso cártel, bajo la dirección de los suizos, que se mantendrá hasta el final del siglo XX. Se llamó SAIAC (Internacional de Asbesto-Cemento S.A.). Este cártel se propone y consigue con mucho éxito, controlar los precios, el mercado y la información sobre la toxicidad del amianto. El resultado es que  enriquece esplendorosamente a los suizos, a los belgas y a los españoles y mantiene durante más de 60 años una eficaz conspiración del silencio, fruto de la cual hasta la década de los 80 no se empieza a prohibir en algunos países y de resultas de estos atrasos  los expuestos al polvo mortal se acrecientan hasta cifras de masacre. Sin este silencio bien pagado los muertos, enfermos y los días  de vida perdidos hubiesen sido mucho menores. Como dice la fiscal, el objetivo final de este cártel era diseñar “actividades orientadas a alcanzar un propósito específico, que es conseguir las máximas ganancias siguiendo diferentes caminos, pero bajo la estrecha supervisión de una sola dirección” . Esta dirección recae como iremos viendo sobre la familia suiza.

A propósito de su expansión territorial, hay que señalar que los Schmidheiny y los industriales belgas estaban presentes por medio de participaciones en fábricas de amianto-cemento de más de cincuenta. Durante décadas no fue realmente posible saber quién de entre ellos detentaba la dirección y la responsabilidad en cada una de las filiales. Parece ser que los suizos estaban al mando en los países de habla alemana, en Oriente Medio y en buena parte de Sudamérica, mientras que los belgas controlaban las filiales de los estados del Benelux, del África negra y de Asia. En 1985, uno delos años de mayor producción de amianto cemento en el mundo y  según las informaciones del diario suizo Neue Zürcher Zeitung, llegaron a controlar juntos una cuarta parte del mercado mundial del fibrocemento. No fue hasta 1989 cuando los vínculos entre los dos grupos salieron a la luz, poco antes de la prohibición del amianto en Suiza”

Los medios que utiliza la familia suiza, los Schmidheiny, a lo largo del siglo son de lo más aleccionadores. Colaboran con los nazis en Alemania, manteniendo trabajadores esclavos en su planta de fibrocemento: se afincan en Sudáfrica durante todo el periodo del apartheid en el cual explotan a sus trabajadores, especialmente condenándolos a vivir en entornos de amianto tanto en sus fábricas y minas  como en sus miserables viviendas; se alían con dictador nicaragüense Somoza,  al que conceden el 50% de su fábrica de fibrocemento, en la que explotan a sus empleados, y que abandonan a su suerte una vez cerrada. En todos estos caso mantienen a sus trabajadores en la más absoluta ignorancia de la letalidad del amianto y, por tanto, desprovistos de las más mínimas medidas de seguridad. No sin razón la calificación penal de Turín es por negligencia respecto a la salud de los trabajadores y delito ambiental, de manera dolosa o intencionada.

Stephan, el último de la familia, hereda todo este emporio y las cargas del mismo. Si no tuviese suficiente, se aprovecha de la era Pinochet y compra a precio de saldo más de 250 mil hectáreas de bosque nativo que en gran parte pertenece a los mapuches , que naturalmente le siguen reclamando.

Stephan  Schmidheiny en el banquillo de los acusados

Afirma la fiscal Sara Panelli que: “ en1974, Stephan Schmidheiny entró en «la élite» del sector del amianto, y con solo 27 años fue el heredero de una de las familias más ricas del mundo, y fue reconocido como el hombre en la cima del negocio del fibrocemento por la familia Schmidheiny. (…) En la reconstrucción (de los hechos) presentada ante el tribunal por el fiscal hay pruebas suficientes que demuestran la responsabilidad de Stephan Schmidheiny” . Hay pruebas suficientes pues para  para afirmar que  todas las decisiones de administración estaban tomadas, los directores estaban elegidos y éstos recibían directrices y respondían ante un solo hombre: Stephan Schmidheiny. Él participó en la redacción de la estrategia internacional; orientó  la adopción de la política administrativa, verificó la puesta en práctica de las pautas dadas; decidió la quiebra de Eternit y organizó la posquiebra para ocultar su responsabilidad.

¿Qué pruebas son esas que lo responsabilizan de los cerca de 3000 crímenes sobre las familias que habían trabajado en sus fábricas italianas  o alrededor de ellas? Hablamos de testimonios, conferencias, documentos políticos, correspondencia privada, informes técnicos y decisiones relacionadas con la gestión de las fábricas italianas durante y después de la quiebra, aparecidos en el juicio.

Destaca el testimonio de su propio hermano Thomas que  “dejó claro (en el juicio) también que ellos eran conscientes de lo dañinas que resultaban las fibras de amianto para la salud” . El que fuese Director ejecutivo desde 1984 a 1986 de las fábricas italianas, Leogard Mittelholzer, con su  testimonio señalaba la irrelevancia de la estructura de la empresa y la importancia de la «jerarquía». “Resulta que había muchas empresas, «miles» declaró el testigo, todas en manos de la familia Schmidheiny: cuando la acusación quiso ampliar la información para aclarar la «cadena de mandos», el testigo intentó simplificar: «Para mí  sería más fácil ... Yo tenía un jefe, cuyo nombre era Hans Thoeni y su jefe era el Sr. Büttiker ... por encima del Sr. Büttiker, estaba Stephan Schmidheiny ... Esa era la jerarquía. (…) estaba claro que la empresa no tenía libertad alguna para elegir si seguir o no lo que los suizos decían”.

Pero es especialmente relevante es la llamada Conferencia de Neus. De ella declara  el juez de la apelación, Oggé, durante la tercera audiencia celebrada el 19 de febrero de 2013, que se puede comparar  la estrategia de Eternit con la estrategia nazi de deportar judíos a Madagascar (1939 a 1941), un plan que más tarde fue reemplazado por las deportaciones a los campos de exterminio. La prensa italiana era muy contundente, un titular de la Stampa decía: “Paralelo entre Schmidheiny y Hitler”, según se puede ver a continuación:


 


La Conferencia de Neus, celebrada del 38 al 30 de junio de 1976, presentada como prueba en el juicio, “nos ayuda a entender mejor por qué el Tribunal de Turín, en dos instancias, declaró a Stephan Schmidheiny culpable. Stephan Schmidheiny convocó en la Conferencia a los 35 altos cargos de más confianza del Grupo Eternit de Suiza: les proporcionó información detallada y exhaustiva sobre los riesgos del amianto. El acontecimiento fue descrito como una «conferencia de información». Esta información fue lo suficientemente precisa y completa como para impactar a los oyentes. En ella habló el “jefe” y los conminó a que «Ahora absolutamente bajo ningún concepto puede cundir el pánico. Estos tres días han sido decisivos para los directores técnicos, que estaban en shock. ¡No debe pasar lo mismo con los trabajadores!” .

De esa famosa conferencia salió un manual (denominado  AULS 1976) que era una especie de programa de acción para directivos con más contacto directo con el público, los sindicatos y las instituciones. Estos directivos tenían que ser formados para ser capaces de dar respuestas convincentes y coherentes a favor del amianto, advirtiéndoles que “«No os dejéis llevar por el pánico; intentad encontrar [qué o quién es] la causa; aprended lo que os hemos dicho; tomad la ayuda de expertos; intentad tener buenas relaciones con los medios de comunicación; intentad alcanzar acuerdos amistosos; y mantened el contacto con la "Protección Laboral y Medioambiental del Amianto"». El manual es  un documento de 29 páginas que aporta la estrategia que Stephan Schmidheiny diseñó en Neus , y que  se traduce aquí en un manual operativo, el cual dice a los líderes del sector qué hacer en las diferentes situaciones en que podrían  encontrarse.

La intención del mensaje era transmitir la idea de que el sector estaba haciendo todo lo que podía para limitar los riesgos de la exposición tanto para los trabajadores como para los ciudadanos. Tenían que transmitir una posición tranquilizadora: el amianto no es especialmente peligroso y, en cualquier caso, la situación se controla de la mejor manera posible. Todo menos dejar de obtener beneficios, en unos años en que la producción e industria del  amianto había llegado a sus mayores cotas de actividad.

“Las pruebas presentadas ante el tribunal incluían correspondencia privada entre Stephan Schmidheiny y Luigi Giannitrapani, el director ejecutivo de Eternit Spa desde 1975 hasta 1983. El análisis de esta correspondencia saca a la luz parte del plan estratégico de Stephan Schmidheiny, lo cual es valioso porque revela cómo él personalmente siguió de cerca la puesta en práctica de las políticas de empresa incluso en el grupo italiano. Las cartas demuestran cómo cualquier información en relación con los riesgos para la salud estaba controlada y gestionada por la que puede ser llamada la madre de todas las estrategias”. Así de contundente se expresa la fiscal Panelli en el libro que comentamos.

Porque, en efecto, de la correspondencia se puede deducir que Schmidheiny tenía una profunda y completa intromisión en los asuntos de las fábricas, ya que actuaba tanto como dueño como director ejecutivo. Por ello, muchas de las cartas s fueron clasificadas como personales y confidenciales, lo que no es sorprendente, dados los temas que trataban: el efecto perjudicial del amianto, no para asegurar la máxima protección de la salud de los trabajadores, sino para expresar su preocupación por la circulación de dicha información entre el público (concretamente, entre los sindicatos) . En una de las cartas, Schmidheny pedía a su director lo siguiente:

«Te ruego, por lo tanto, que me mantengas informado de tus relaciones con los sindicatos italianos. Me temo que tendremos que lidiar con la acción coordinada de los sindicatos de diferentes países, así que definitivamente no podemos responder las peticiones del Sr. Levinson».

La fiscalía sostiene que las empresas eran conscientes de que a la larga tendrían que sustituir el amianto por otros materiales (al menos en los mercados del oeste): sin embargo, decidieron ralentizar el proceso lo máximo posible y retrasar su inevitable destino hacia la transición a productos sin amianto mientras mantenían sus posiciones como líderes de mercado. Stephan Schmidheiny quería mantenerse al día y Giannitrapani respondió, por ejemplo, en su carta con fecha del 7 de enero de 1977 escribiendo: “Por supuesto que hay grandes dudas sobre el uso del amianto en el futuro, pero a corto plazo podemos controlar la situación, aunque sea al precio de nuevas inversiones y concesiones a los sindicatos. El largo plazo sigue siendo una cuestión no resuelta: los sindicatos siguen haciendo circular información sobre lo perjudicial que puede resultar el amianto”.

Pero lo más llamativo que aparece en el libro que comentamos es el caso de las actuaciones de la empresa de Relaciones Públicas y Asesoramiento de Milán denominada Guido Bellodi. En el transcurso de esta segunda instancia del proceso se ha demostrado cómo Schmidheiny se había infiltrado en las filas de las asociaciones de víctimas. En efecto, y como cuenta el periodista Giampero Rossi  , por la documentación secuestrada en el proceso en la empresa de relaciones públicas  mencionada, se ha podido comprobar que Schmidheiny había contratado a esta entidad, desde 1984 al 2005, para ocuparse de la contrainformación, y cómo había infiltrado a la sedicente periodista María Cristina Bruno en el movimiento de las víctimas, encargada de  enviar un informe mensual a Bellodi a cambio de 2.500 euros.

Esta monumental documentación incautada en las oficinas de Bellodi en diciembre de 2005, contenía “el arma del delito” que incriminaba al acusado para cualquiera que lo leyera, que no era otra que la que Pero Sara Panelli sostiene: que “la tarea que Stephan Schmidheiny fundamentalmente dio a Bellodi fue ocultar cualquiera de sus responsabilidades. La empresa  trabajó para el magnate durante veinte años, empezando en 1984, y razonablemente costó a Stephan Schmidheiny varios millones de euros” .

La estrategia desarrollada por Bellodi tiene cuatro niveles; la primera meta es intentar mantener el asunto en el nivel 1, es decir en la fábrica de Italia, alejando a Schmidheiny de cualquiera responsabilidad: pagarían los directivos. La segunda meta era intentar mantener el asunto en el nivel 2. Este nivel correspondía a la empresa suiza Nueva (hoy Bacon) donde se juntaron todas las acciones de Eternit Italia en 1984. La tercera meta era evitar que el asunto llegase los niveles 3 y 4 bajo ningún concepto. El nivel 3 era ANOVA (originariamente Amiantus), es decir, el holding que reúne el imperio Schmidheiny, y  el  nivel 4 era el propio  Stephan  Schmidheiny. «Cuando lleguéis a los niveles 3 o 4, no debéis dar ninguna clase de información, decían los documentos secuestrados». Era evidente que Schmidheiny tenía mucho miedo y por todos los medios trataba de huir de la quema. Este de Bellodi era uno de ellos, el otro fue montar la fundación Filantrópica AVINA en 1994, que sin embargo no aparece en el juicio. Esta fundación desesperadamente y, haciendo un alarde de desembolso de dinero, ha cooptado a todo cuanto líder u organización se ha dejado querer  por los cantos de sirena del talonario Schmidheiny: son los casos de los jesuitas de la Universidad  Andrés Bello de Caracas y los responsables de Fe y Alegría; el de Jerónimo Aguado, Pedro Arrojo y un largo etcétera de reconocidos líderes españoles y latinoamericanos y sus organizaciones. , Como afirma Fred Gonna, un sindicalista sudafricano que trabajó en las fábricas de los Schmidheiny, “con el final del apartheid (1992) ya no podían seguir explotando a los negros. Esa es la razón por la que Stephan Schmidheiny abandonó su negocio con Sudáfrica y puso pies en ´polvorosa´.” .

Con toda la razón Schmidheiny tiene pavor a ser descubierto judicialmente y aherrojado a la cárcel hasta el fin de sus días, amén de pagar indemnizaciones millonarias por los inmensos daños perpetrados a sus innumerables víctimas.
Pero Bellodi, viendo ya en 2003 cómo el fantasma de un juicio penal contra Schmidheiny era más que probable, elabora una última estrategia en defensa de su patrocinador. Se trata de un documento en el que se facilitan argumentos y respuestas para responder a lo que se le venía encima al magnate suizo. Una muy interesante, aparecida en el juicio, se pregunta así:

«¿Es consciente Schmidheiny (SS) del daño causado por sus fábricas en Italia? SS no era ni un director ni un ejecutivo de las plantas italianas y, por lo tanto, no puede ser tomado como responsable de sus funcionamientos. «¿Asume SS alguna responsabilidad personal? No hay ninguna de duda de que a SS le han dolido esas muertes. Él es un empresario industrial profundamente consciente de sus compromisos con la comunidad social en general y con los empleados de Eternit Niederurnen en especial. Debido a la historia empresarial de su familia, heredó el «legado del amianto» y ha hecho lo mejor que ha podido, cumpliendo plenamente todas las legislaciones y normativas existentes, (...) SS no tiene responsabilidad alguna bajo los ojos de la ley criminal. «SS no tiene responsabilidad penal. Las investigaciones criminales no son una respuesta adecuada por parte de la sociedad a la tragedia de las muertes causadas por enfermedades relacionadas con el amianto.»

Pero a la altura de las circunstancias, esta estrategia con todos sus sofisticados medios está llamada a fracasar. La razón hay que buscarle en un pueblo de Italia, el campeón del dolor del amianto y, a la vez, de la lucha contra los dos magnates responsable del mismo, Casale Monferrato, “que se convirtió en un inoportuno ¨monumento al amianto´ que aplastaba a Stephan Schmidheiny bajo el peso de su responsabilidad” .

Conclusiones y agradecimientos

Tesis corroborada.  Stephan Schmidheiny es el primer magnate del amianto  que corre el peligro de ser condenado por una justicia independiente y valiente. A todas las víctimas y a todos los luchadores y luchadoras del amianto, su condena sería no solo justa y adecuada sino un regalo para sus sucesivas peleas. ¿Cuándo llegará a los March?

Hay que decir finalmente  que gracias  a Sara Panelli, ayudada por Rosalba Altopiedi, disponemos de unos hechos comprobados que no dejan lugar ya  a más dudas sobre el carácter criminal del magnate escondido tras AVINA y sus conspicuos colaboradores: Stephan Schmidheiny, el cual como no se ha presentado a ninguno de los juicios a los que se le ha convocado se puede anunciar, como en el viejo Oeste, en un cartel en el que se dice “Se Busca”.

Notas y Referencias

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  (2016) Thre Great Trial. Versión digital en: http://www.asbestosdiseaseawareness.org/wp-content/uploads/2016/02/The-Great-Trial.pdf  57 pág.

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c. p. 3 (las páginas corresponden a la edición en inglés)

[1] En la actualidad se celebra un nuevo proceso en Turín contra Schmidheiny por la muerte de 258 personas.

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c. p.30

[1] Maria Rosellli (2010). Las mentiras del amianto. Fortunas y delitos, Málaga, Ediciones del Genal. P. 85

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c p. 7

[1] Maria Roselli, o.c, p. 86

[1] Puche P. (2014): “ AVINA y los mapuches  chilenos: el saqueo continúa “. Rebelión, mayo de 2014. http://www.rebelion.org/docs/185121.pdf

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c p. 31                           

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c p. 39

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c p. 22

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c p. 34

[1] Giampero Rossi (2012): Amianto Processo alle fabriche della mort.Editore Melampo, Milano, pp 35

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c p.37

[1] En el trabajo “Un asesino en serie anda suelto”, publicado el 14.7 15 en el Observador,  entramos en detalles. Ver en:

http://revistaelobservador.com/opinion/29-lecturas-impertinentes/10276-un-asesino-en-serie-anda-suelto

[1] Entrevista de Maria Roselli a Fred Gonna.  Roselli, M. (2010): o. c. p.119

[1] Altopiedi, R. y Panelli, S  o.c p. 43

Ingeniero, economista y librero jubilado. Ecologista.
Fuente:
www.sinpermiso.info, 27 de diciembre 2016

Subscripción por correo electrónico
a nuestras novedades semanales:

El responsable de tratamiento de tus datos es Asociación SinPermiso y la finalidad del tratamiento es hacerte llegar nuestras novedades. Puedes ejercer tus derechos en materia de protección de datos contactando con nosotros*. Para más información consulta nuestra política al respecto (*ver pie de página).