Debate de Fassina con Marsili y Varoufakis

Stefano Fassina

Lorenzo Marsili

Yanis Varoufakis

21/07/2016


Stefano Fassina replica a Varoufakis: “No es verdad que haya renunciado a luchar contra las derechas nacionalistas”

Stefano Fassina


Hace unos días, en estas misma páginas, Yanis Varoufakis y Lorenzo Marsili, dos de los fundadores del MDeE25 (DiEM25), evocaron la humillante victoria del OXI en el referéndum sobre el programa de la Troika, que tuvo lugar el 5 de julio del pasado año en Grecia. Han relanzado, pues, el objetivo clave de su movimiento: la democratización de la Unión Europea. A ese respecto, observan con preocupación a esa izquierda, reconocida en las posicones del que subscribe, que "se retira a posiciones nacionalistas y tira la toalla en la doble batalla contra la derecha nacionalista y el establishment transnacional". La regresión nacionalista se localiza en un pasaje de mi texto para la reconstrucción de la izquierda en el que recuerdo que "El “demos” de la'eurozona no esiste. Lo que existen, en cambio, son los “demos” nacionales, aparte de la “upper class”, cosmopolita desde siempre, promotora y beneficiaria del orden vigente. Los “demos” nacionales tienen carácteres culturales, morales, lingüísticos diferentes e intereses en competencia". A partir de ahí, me administran la excomunión cultural y política por medio de la vinculación a Burke e, inevitablemente, a Le Pen y Salvini.

Por desgracia, la mía es una constatación de hecho, coherente con una vasta literatura progresista. A proposito de su referencia a Antonio Gramsci, quiero recordar que nuestro genial marxista herético inventó la categoría de "nacional-popular" para dar raíces de pueblo y capacidad hegemónica a ese Partido Comunista Italiano que en su símbolo tenía la bandera roja con la hoz y el martillo apoyada en la bandera de Italia. Quiero recordar también, entre las muchas referencias posibles, a Sir Ralf Dahrendorf, un liberal. En su After Democracy escribe: la democracia a escala supranacional "no puede proponerse en el caso de la UE, porque no existe siquiera un 'pueblo europeo', un “demos” europeo para una democracia europea" (...) "Entre los euroidealistas y los eurofanáticos, hay quien piensa ahora que Europa puede transformarse en una especie de Estado nacional, sólo que más grande: los Estados Unidos de Europa. Pero (... ) esta no es una descripción correcta de lo que es Europa y en lo que puede convertirse". Recuerdo, por último, cómo hace sólo unos días, en relación con el CETA (Comprehensive Economic and Trade Agreement – Acuerdo Completo Económico y Comercial), hemos ganado todos juntos la batalla por la ratificación en cada uno de los parlamentos nacionales de la UE, además de en el Parlamento Europeo.

¿Reconocer el “demos” nacional quiere decir nacionalismo? ¿Quiere decir "dar prioridad sólo al plano nacional" como, por añadidura a la excomunión, se me atribuye? No. Habría bastado con leer el párrafo completo para entender el sentido progresista del análisis. En el texto citado invocaba yo "la reafirmación de la soberanía democrática a escala nacional, en la medida de lo posible en mercados globales sin reglas, para relegitimar y relanzar la cooperación europea" (en una versión más amplia del mismo texto anclo la democracia nacional en la democracia municipal).

Discutamos entonces, queridos amigos del MDeE25, sin caer en caricaturas y con sentido de la realidad. De lo contrario, la izquierda seguirá afásica e irrelevante, como ha sucedido en en el referéndum del Brexit, en el que Jeremy Corbyn sentía que "su" pueblo confiaba en la derecha, pero seguía prisionero de una apelación conformista a e irreal a "reformar Europa".

Más que apuntar a abstractas e inalcanzables constituyentes europeas, tratemos de introducir los correctivos posibles en los tratados vigentes en el funcionamiento de la moneda única, el factor más explosivo de separación entre los pueblos de Europa. También en batallas transeuropeas: llevemos adelante, por ejemplo, junto a los “mini-jobbers” Made in Germany y a todos los demás trabajadores europeos, precarios y desempleados, una movilización para que aumenten los salarios de los trabajadores y trabajadoras alemanes y contener así el mercantilismo de Berlín que, por medio del euro, exporta la devaluación del trabajo.

 La Repubblica, 11 de julio de 2016

 

 En el aniversario del OXI de los griegos, no nos refugiemos en los nacionalismos. Una Europa democrática es posible


 Yanis Varoufakis

Lorenzo Marsili


Hace ahora un año, la victoria del OXI en Grecia supuso un NO resonante a una EU autoritaria, de austeridad, controlada por la Troika, y un majestuoso SÍ a una Europa democrática. Este mensaje es hoy más pertinente que nunca.
 
Desde el verano pasado, el aplastamiento del OXI de los griegos ha reforzado a las fuerzas centrífugas que están desintegrando Europa y ha engendrado el pésimo acuerdo entre la UE y  Turquía sobre los refugiados que ha sacrificado el alma de nuestro continente en el altar de la xenofobia. El Brexit fue una repercusión natural, una de las muchas por llegar. Una vez en esta pendiente resbaladiza, Europa se desliza rápidamente por un círculo vicioso de autoritarismo, austeridad contraproducente, deuda-deflación, xenofobia y problemas bancarios (debido a la proclamación por parte de Europa de una unión bancaria que viola el significado del término).
 
Ceñirse a las ‘reglas’ existentes es imposible sin perder el sueño de una Europa sin fronteras, transnacional, democrática. Y perder este sueño de Europa significa otro deslizamiento, esta vez en el plano del Estado nacional, hacia una forma de ultranacionalismo que apela a la soberanía pero promueve cambios económicos que obstaculizan la democracia. Matteo Renzi tiene razón, por tanto, en protestar por ‘reglas’ que van en detrimento tanto del Estado nacional italiano como de la Unión Europea. Pero se equivoca al no utilizar el poder de su cargo para convocar una cumbre de la UE que debata y redibuje estas ‘reglas’ imposibles de aplicar, autodestructivas.
 
Tal como ponen de evidencia el Brexit y los sondeos recientes, ya no ese de por sí evidente para grandes sectores de derecha e izquierda que la disolución de la UE es peor que su continuidad sobre la base de lo mismo de siempre. El statu quo es cada vez menos estimado y más inestable, tanto para la derecha xenófoba como para una izquierda proclive a volver al seno del Estado nacional con la esperanza de recuperar una agenda progresista sobre la base de una soberanía nacional recobrada. Esta fusión de relatos contrarios a la UE, tanto de la izquierda como de la derecha, es una proyección del trasfondo de la crisis económica y de legitimidad de la UE sobre el cañamazo de la política visible. .
 
Stefano Fassina ha escrito recientemente en Il Manifesto que todas las demandas de democratización de la UE son vanas y retóricas. Que no existe el “demos” europeo sino sólo “demoi” nacionales con sus lenguajes, culturas y convenciones sociales separados, que proporcionan la base de proyectos políticos comunes. Viniendo de la izquierda, su argumento representa un momento preocupante para la izquierda italiana. Y ahora que lo pensamos, el argumento de que el Estado nacional y el “demos” se corresponden exactamente (una nación, una lengua, una cultura, un Parlamento, una moneda) ha sido tradicionalmente el argumento de los “tories” a lo Burke en Gran Bretaña, con ecos también de Le Pen en Francia. Día triste (que revela el daño que han infligido los fracasos de la UE a la política progresista de Europa, entre otras cosas) aquel en el que la izquierda le vuelve la espalda a su instintivo internacionalismo para adoptar una visión nacionalista, esencialista.
 
El problema del argumento de Fassina está en la basta concepción falsa que hay en su centro respecto a lo que constituye un pueblo. La concepción esencialista de un “demos” único, nacional ha sido siempre una herramienta del establishment, y de la extrema derecha para disimular las múltiples capas de la lucha de clases y eliminar el disenso enfrentando a la ‘nación’ contra el ‘otro’ – con lo cual, prosigue el argumento, es imposible compartir soberanía, toma de decisiones, Parlamento, etc. ¿Ha olvidado la izquierda ese aspecto clave de Antonio Gramsci según el cual el “demos” (“popolo”) no preexiste a su propia movilización política y el pueblo surge mediante luchas conjuntas? ¿Nos está diciendo Fassina que la juventud del precariado italiano no puede formar coalición con los los miniempleados alemanes en contra, por ejemplo, de las élites evasoras de impuestos de todos los estados de la UE? ¿Se complace en desestimar el hecho de que tienen más en común los miles de voluntarios que ayudan a los refugiados en Italia y Austria de lo que hay entre Matteo Salvini [líder de la Liga Norte italiana] y Norbert Hofer [líder de la ultraderecha austriaca]? La tarea de una política ambiciosa estriba en convocar a estas alianzas para que actúen como cimiento de la movilización de la izquierda. Negar la posibilidad misma de una movilización común, paneuropea que dé forma a un “demos” trasnsfronterizo, multiétnico supone negar la razón de ser de la izquierda. Y negar la razón de ser de la izquierda en nombre de la…izquierda supone deslizarse subrepticiamente por la trampa de un nacionalismo dentro del cual no puede respirar ninguna política de izquierdas, progresista.  
 
El nuestro, por supuesto, no es un argumento destinado a priorizar el plano europeo por encima del nacional. Se trata simplemente de un argumento para no priorizar el plano nacional sobre el europeo y es, sin duda alguna, un argumento de izquierda en favor de una estrategia para la UE de DENTRO y EN CONTRA –  una campaña política para permanecer EN la UE con el fin de luchar contra su autoritarismo institucionalizado. La política que tiene su base en el Estado nacional resulta crucial, igual que lo es la política municipal. Pero retirarse a posiciones nacionalistas, como las de Fassina, supone tirar la toalla en la doble lucha contra la derecha nacionalista y el establishment Bruselas-Frankfurt que es responsable de la fragmentación de la UE.
 
Para combinar la soberanía democrática en nuestras ciudades, en nuestros parlamentos nacionales y más allá, necesitamos un movimiento paneuropeo dual con fuerza para organizar, movilizar y galvanizar el conjunto de Europa, con una panoplia de acciones que van de la desobediencia civil al buen cabildeo y que tengan como centro a todos los europeos que no se sienten representados  – una mayoría –  ni por el statu quo ni por los nacionalistas. La soberanía en el país, en la escala de nuestras ciudades y naciones, solo puede lograrse mediante luchas que vayan forjando el “demos” europeo que, una vez forjado, exigirá una constitución paneuropea, democrática, federal.
 
Momento mayor de crisis que el de hoy fue cuando, en 1942, Altiero Spinelli,  confinado por el régimen fascista en la isla de Ventotene, esbozó por vez primera la visión de una Europa unida basada en una democracia transnacional y en la justicia social. Los progresistas de Italia tienen hoy que recuperar su espíritu y la confianza de que nuestro continente puede salvarse de unos nuevos años 30 mediante una lucha democrática paneuropea.
 
 La Repubblica, 8 de julio de 2016

 

es diputado de la formación Sinistra Italiana en el Parlamento de Roma. Fue asesor económico del gobierno Prodi en 1996 y viceministro de Economía en el gobierno Letta en 2013, cargo del que dimitió en 2014 de resultas del nuevo rumbo impuesto por Matteo Renzi. En 2015 abandonó el Partito Democratico y se unió a Sinistra Italiana – Sinistra Ecologia Libertà.
exministro de finanzas del gobierno griego de Syriza, es Profesor de política económica en la Universidad de Atenas. Su libro El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, fue publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.
es cofundador y director de European Alternatives, organización transnacional que promueve la democracia, la igualdad y la cultura más allá de las fronteras nacionales, portavoz del European Initiative for Media Pluralism, campaña internacional a favor del pluralismo mediático y de su libertad a escala europea, y promotor del “Transnational Dialogue”, programa de intercambio sobre las artes entre innovadores culturales de China, Brasil y Europa.
Fuente:
varios
Temática: 
Traducción:
Lucas Antón

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