Crisis ética en la Cruz Roja Internacional: ¿Puede el CICR convertirse en un «globo sonda de las empresas en zonas de crisis»?

Rémy Ourdan

13/12/2018

El presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja, Peter Maurer, está siendo acusado por su posición en el Foro Económico de Davos y sus vínculos con las empresas. En la venerable institución humanitaria, el desafío es cada vez mayor.

La institución humanitaria más venerable del planeta está en crisis. En un siglo y medio, la pregunta nunca se produjo en estos términos: ¿es el presidente del Comité Internacional de la Cruz Roja (CICR) un visionario que lleva a la organización a una nueva era?, o ¿Está rompiendo la joya global de la ayuda humanitaria?

El CICR, guardián de la Convención de Ginebra, está viviendo enfrentamientos políticos y éticos que determinarán la identidad futura de la más antigua de las organizaciones que brindan socorro a las víctimas de la guerra.

Al comienzo de esta historia hay un hombre: Peter Maurer, presidente de la Cruz Roja Internacional desde 2012. Cuando sucede a su mentor, Jakob Kellenberger, un diplomático como él, al frente del CICR, Peter Maurer, había dedicado quince años al servicio de la diplomacia suiza. Ha servido en las Naciones Unidas (ONU) en Nueva York y finalmente fue Secretario de Estado para Asuntos Exteriores en Berna.

Una ONU bis

Lo que ha forjado a Peter Maurer como diplomático - la defensa de la diplomacia suiza y la observación de las operaciones de la ONU - es importante ... En seis años como Presidente del CICR, revolucionó la organización y duplicó su presupuesto de mil millones a 2.000 millones de francos suizos (entre 900 y 1.800 millones de euros), a veces parece un defensor de Suiza y desea construir una ONU bis.

El Comité Internacional de la Cruz Roja no es, en el mundo humanitario, una organización como las demás. No es una organización internacional como la ONU y sus agencias, ni una organización no gubernamental (ONG) como Médicos sin Fronteras y similares. Es una entidad internacional por derecho propio, soberana aunque no estatal, con un estatus único. El CICR firma tratados con los estados. Tiene estatus de observador en la ONU.

Establecida en 1863 en Ginebra, esta organización es, según sus estatutos, «imparcial, neutral e independiente» con «la misión estrictamente humanitaria de proteger la vida y la dignidad de las víctimas de los conflictos armados y otras situaciones de violencia, y también de ofrecer asistencia».

Contribuyó a la redacción de la Convención de Ginebra de 1949 y sus Protocolos adicionales de 1977, y la comunidad internacional le atribuyó unánimemente, después de la Segunda Guerra Mundial, un papel de tutor del derecho internacional humanitario (DIH). El CICR está así oficialmente reconocido por los Estados, dialoga con los Estados y su financiación está asegurada por los Estados.

El carácter universal de sus valores y compromisos, originalmente con los heridos en el campo de batalla y los prisioneros de guerra, y con todas las víctimas de los conflictos armados, y sus divisas, Inter arma caritas («Caridad en medio de la lucha» y Per humanitatem ad pacem («Por la humanidad, hacia la paz») - hacen del CICR un bien común de la humanidad.

En los países en guerra, el CICR a menudo desempeña un papel central que provoca la admiración de otros trabajadores humanitarios. El primero que llega, el último que se queda, sus «delegados» tienen acceso privilegiado al campo de batalla y las prisiones. Son recibidos por jefes de estado y «señores de la guerra» sobre la base de una relación de confianza y confidencialidad.

Carta a Peter Maurer

Basta con decir que cuando un «respetable antiguo delegado», Thierry Germond, jubilado después de treinta y cinco años de buenos y leales servicios, - desde Biafra hasta las relaciones con la Unión Europea (UE), a través de los conflictos en el sur de África y ex Yugoslavia - escribe una carta a Peter Maurer expresando su preocupación por la «salvaguardia de la credibilidad» y «respeto por los principios fundamentales» del CICR, y dice que «el posicionamiento que está sosteniendo en relación con la comunidad empresarial es contrario a lo que el CICR tiene derecho a esperar», el ataque toma a la tranquila Ginebra tan por sorpresa como si un tsunami hubiera sumergido las orillas del lago.

En su primera carta del 28 de agosto de 2015, Thierry Germond se interroga sobre «el hecho de que el presidente del CICR sea miembro de la junta directiva del Foro Económico Mundial (FEM)» (el Foro Económico o «Foro de Davos»), algo que le deja «estupefacto, porque avala la banalización y el debilitamiento de los conceptos de neutralidad e imparcialidad que son las piedras angulares de la especificidad del CICR».

Un mes más tarde, escribe a los miembros honorarios de la Asamblea (o Comité) del CICR, la muy discreta instancia de gobierno en el que participan de quince a veinticinco ciudadanos suizos. «Muchos de los 1.000 miembros del Foro Económico Mundial representan fuerzas económicas percibidas, correcta o incorrectamente, como directa o indirectamente responsables del sufrimiento de las víctimas de los conflictos que el CICR tiene el mandato de ayudar y proteger», escribe. «No puedo imaginar que esto haya sucedido con pleno conocimiento de causa de los miembros de la Asamblea y que hayan aceptado que su presidente forme parte de la junta de una organización que incluye entre sus miembros a las principales industrias de armamentos del planeta».

Doble cargo

El Sr. Germond señala dos posibles consecuencias de la duplicidad de cargos de Peter Maurer: «Uno se pregunta si el presidente del CICR podría asumir el liderazgo de una campaña, o incluso participar en ella, dirigida a prohibir ciertas armas desarrolladas por un miembro de su organización»; y el hecho de que «tal compromiso no solo puede dañar seriamente la credibilidad de la institución, sino también poner en peligro la integridad física de sus delegados sobre el terreno».

El Sr. Maurer respondió que «[su] participación en la Junta de la Fundación del Foro Económico Mundial es parte de una estrategia para diversificar los contactos del CICR y ampliar el alcance de su diplomacia humanitaria».

En el CICR, esperaban que la confrontación con Thierry Germond se quedará aquí. Pero el antiguo delegado está muy enojado, tiene tiempo libre y comienza a investigar. En su piso de Bruselas, convertido en una leonera, junta toda la documentación que puede encontrar sobre el CICR y el Foro de Davos, así como sobre empresas privadas vinculadas a una u otra, y en ocasiones a ambas, es así como, cuenta Germond, esta historia se convirtió en el centro de su vida.

«Fue por casualidad, en una entrevista ofrecida por Peter Maurer a La Tribune de Genève en 2015. Compré el periódico en una estación de tren. El título de la entrevista fue "El CICR, globo sonda de las empresas en zonas de crisis”». El Sr. Maurer nos dice que se reunió en Davos con clientes de un banco suizo para «proporcionar explicaciones útiles para entender en qué clima de inversión y qué tipo de mercado es este o aquel otro país» y que el CICR también colabora «con unas quince empresas».

«¡Es alucinante! El Presidente del CICR se sienta en el Foro de Davos no solo con todas las industrias de armamentos del planeta, sino también, por ejemplo, con Textron Defence Systems, productor de bombas de racimo CBU-105 y BLU-108, prohibido por el Convenio de Dublín. sobre municiones en racimo y actualmente utilizadas por Arabia Saudita en Yemen», dijo Germond.

No solo sorprende la presencia de Peter Maurer en los órganos de gobierno del Foro Económico Mundial. Para Thierry Germond, Maurer ha contaminado al propio CICR, ya sea al hacer entrar a líderes empresariales controvertidos en la Asamblea o forjando alianzas de riesgo.

Alianza con Holcim-Lafarge

«El CICR estaba asociado con Holcim en el momento de su fusión con Lafarge, en un momento en que Lafarge financiaba el Estado Islámico [EI] en Siria. Como parte de sus misiones, los delegados del CICR dialogaron con el EI, lo cual es normal. Pero hay un alboroto tremendo». La asociación se rompe después de la revelación del asunto sirio ... Pero al mismo tiempo, Davos produce un informe titulado «Tres formas de derrotar al EI», «lejos de la neutralidad reclamada por el CICR». Según el Sr. Germond, «esta es la primera vez en la historia del CICR que la idea de bombardear a un beligerante, cualquiera que sea su naturaleza, viene avalada por la autoridad de su presidente».

Este «confundir las cosas» se produce en varios ámbitos... En Nigeria, con motivo de una visita después de la liberación de las niñas secuestradas por Boko Haram, el Sr. Maurer firma una asociación con Lafarge África para «fortalecer la posición de Lafarge en el mercado del cemento, en el noreste de Nigeria».

En Ruanda, donde el presidente Paul Kagame se niega a aceptarlo como presidente del CICR, lo recibe en calidad de su cargo en el Foro Económico Mundial en una reunión en África del FEM, y ambos hablan... sobre el CICR.

En los Emiratos Árabes Unidos, el principal miembro de la coalición de guerra en Yemen, con Arabia Saudita, y también un socio leal del Foro Económico Mundial, saluda, durante un discurso en el Foro Económico Mundial en Dubai, «el apoyo de los Emiratos Árabes Unidos para las actividades del CICR en el mundo y especialmente en Yemen». En Ginebra, algunos sienten como si tuvieran un nudo corredizo en sus gargantas y temen posibles represalias contra los equipos presentes en este país.

En las conmemoraciones de la victoria china contra Japón en 2015, Peter Maurer está en Beijing. Por un lado, firma una alianza con la Agencia de Noticias Xinhua, elogiando la «cobertura objetiva y rápida de Xinhua de las crisis humanitarias internacionales», aunque es el órgano oficial de comunicación del Partido Comunista de China (PCF).

Por otro lado, se maravilla por el proyecto «Nueva ruta de la seda», señalando que el CICR está presente en los 40 países involucrados, sin que nadie comprenda en qué le concierne esto a la Cruz Roja. A menos que en este momento preciso él esté hablando en nombre del FEM y del comercio internacional.

Desfile militar chino

Y en este país, donde el CICR no tiene acceso a los detenidos uigures, tibetanos o a los disidentes políticos, el Sr. Maurer asiste al desfile militar chino que celebra la victoria de 1945. No sabemos qué pensaron los japoneses acerca de la «neutralidad» de Presidente del CICR, pero en la organización, el hecho de que esté celebrando una victoria militar junto a los generales de una dictadura provocó indignación.

Tras las alertas de Thierry Germond, tres miembros honorarios de la Asamblea del CICR difunden estas cuestiones. Cornelio Sommaruga, el respetado ex presidente del CICR, informa en una reunión que «un presidente del CICR solo puede ser presidente del CICR» y que, en su momento, «siempre se negó» a participar en ninguna de las instancias de gobierno de otras organizaciones e incluso "dimití como presidente de una fundación familiar». Los aliados del señor Maurer en la Asamblea fulminaron con la mirada al señor Sommaruga.

Más tarde, el 1 de diciembre de 2016, los 25 antiguos colegas de Thierry Germond, incluido un ex director general, tres ex directores de operaciones y delegados eminentes, enviaron una carta al Sr. Maurer.

«Los Veinticinco», como se les conoce en Ginebra, expresan su «profunda preocupación» y recuerdan que uno de los siete principios básicos del CICR afirma que «se abstiene de participar en las hostilidades y en todas las circunstancias, en controversias políticas, raciales, religiosas e ideológicas». «De acuerdo con este principio», escriben, «el presidente del CICR no puede participar en la Junta de la Fundación del FEM».

Un primer mandato guardado en secreto durante un año

Los «Veinticinco» están invitados a una reunión con la gerencia del CICR, sin Peter Maurer. Se les asegura que serán consultados antes del nombramiento del Sr. Maurer en el Foro Económico Mundial. El mandato se renovó finalmente en junio de 2017, durante una sesión «a puerta cerrada»... Su primer mandato ya se mantuvo en secreto por un año, entre noviembre de 2014 y noviembre de 2015, y luego fue ratificado con efecto retroactivo por la Asamblea.

«Maurer trató de ocultar el papel del CICR en el Foro Económico Mundial» dijo el ex delegado Nicolas Borsinger. «La forma de hacer las cosas era demasiado poco ortodoxa para ser neutral. Las agendas ocultas son raramente inocentes como para no estar profundamente alarmado».

«El CICR se ha convertido en una especie de agente operativo del FEM y de las empresas asociadas», denuncia André Pasquier, ex director de operaciones que coordina la acción de los Veinticinco. Con las intervenciones de Cornelio Sommaruga y los Veinticinco, el CICR entiende que el desafío ya no depende únicamente de Germond. A pesar de la forma amable que corresponde con los debates en Suiza, el tema se está difundiendo entre bambalinas en Ginebra.

Cuando la gerencia del CICR consulta a sus jefes de delegación en 2017 sobre la participación del Sr. Maurer en el Foro Económico Mundial, las reacciones son, según un documento interno, muy claras: catorce delegados de los quince critican la elección de su presidente.

«Su participación en el Foro Económico de Davos no es compatible con su función como Presidente del CICR»; «La participación del presidente en el Foro económico Mundial no traerá ningún beneficio a las víctimas de los conflictos»; «Los riesgos, desventajas y críticas son más importantes que los beneficios»; «Esto socava la credibilidad y la reputación del CICR».

«Relaciones peligrosas»

Los delegados vuelven a los «valores» y «principios» del CICR, así como denuncian al riesgo para la seguridad sobre el terreno. Aunque no se han identificado incidentes relacionados con los vínculos con el FEM o con una empresa, «no hay indicios para garantizar que no haya problemas más adelante», señala un delegado. «De ahí nuestra recomendación: más vale prevenir que curar». Peter Maurer ignora el consejo de los delegados y continúa la aventura.

En Suiza, el público, ha estado apartado durante mucho tiempo de esta polémica. No es hasta 2018, cuando un periodista de Temps lo aborda, cuando el tema llega al debate público. «Las relaciones peligrosas del CICR», titula el periódico de Ginebra en mayo, y relata, bajo la pluma experta de Stéphane Bussard, cronista de «Ginebra Internacional », las preguntas de Thierry Germond y los Veinticinco.

Pero incluso entonces, la falta de reacciones es asombrosa. Ningún político se pronuncia. Ningún otro medio está investigando. Y los miembros de la Asamblea del CICR permanecen en silencio, detrás de Peter Maurer.

«Asistir a un desfile militar en China, contra Japón, es problemático de todos modos ...», se sorprende el representante de mayor nivel de los Veinticinco, el ex director general Paul Grossrieder. «Estos artículos provocaron un silencio cortés. La gente no se ha dado cuenta de lo que significa», piensa la ex delegada Marguerite Contat. «El CICR es un tema tabú en Suiza, un mito. De ahí la omertà», explica el ex delegado Serge Nessi.

La otra razón, según los delegados actuales del CICR que hablan bajo la cobertura del anonimato, es que el debate de fondo se acompaña de una crisis gerencial violenta. De ahí, aquí también, una tendencia a la omertà.

«Peter Maurer tiene un gran ego y es muy autoritario. La gestión de la  administración es tan brutal que no es raro ver a gente salir de una reunión llorando, lo que sigue sorprendiendo en una organización llamada “humanitaria", ¿verdad?». Pregunta S. en la sede de Ginebra.

«Anteriormente, la columna vertebral del CICR era su dirección de operaciones. Ahora, los agentes sobre el terreno se han convertido en simples actores», dice K., jefe de delegación en un país en guerra. «El CICR ahora está dirigido por una oligarquía llena de diplomas y mayoritariamente de procedencia externa, con tipos muy fuertes para diseñar un PowerPoint, pero que nunca han dado la mano a un criminal de guerra o han negociado bajo las bombas, y en la que ya no sentimos la "fibra del CICR"». K. agrega una anécdota reveladora: «En una reunión en Ginebra, muchos jefes de delegación expresaron un problema de confianza con respecto a la sede central. Pero de lo que no nos dimos cuenta es que el problema era peor en la otra dirección: ¡era la sede central la que ya no confiaba en nosotros!».

Para el director general del CICR, Yves Daccord, «los períodos de gran duda son normales cuando se exploran nuevas vías. Todo lo relacionado con el sector privado se percibe como complicado. Pero si confían en nosotros para gestionar las relaciones con los talibanes o el gobierno de Trump, también deberían confiar en que administremos las relaciones con el sector privado. Nos hemos posicionado para influir en la agenda de Davos y pedimos que se nos juzgue por los resultados».

«Algunas personas piensan que traspasamos ciertos límites»

El director de operaciones, Dominik Stillhart, asume el argumento de Yves Daccord, con un toque de preocupación. «Evaluamos los riesgos. Con Lafarge Holcim, terminamos la asociación el día que nos enteramos de lo que sucedió en Siria. Estamos en contacto con 380 grupos armados no gubernamentales en el planeta, algunos de los cuales están etiquetados como "terroristas". Estas no siempre son relaciones cómodas, pero tenemos confianza en la gestión de relaciones complejas». Dicho esto, Stillhart admite que «los equipos de operaciones son inherentemente muy críticos con las asociaciones de riesgo» y entiende que «algunas personas piensen que estamos traspasando ciertos límites».

Para los disidentes, se ha entrado en un punto muerto. «La reacción del gobierno del CICR a nuestras interpelaciones es inaceptable», dice Marguerite Contat. «El CICR se ha aliado con los poderosos, los que tienen el armamento y el poder económico. Maurer es un aprendiz de brujo. Un día, esto le va a estallar en toda la cara. Es inevitable. Hay demasiadas desviaciones...». «Con Maurer, es como si la Iglesia hubiera abandonado los Diez Mandamientos. La ruptura es esencial», dice Serge Nessi.

«Esta no es una pelea entre lo viejo y lo moderno, sino una confrontación entre los ilusionistas, ellos, y los realistas, nosotros» piensa Nicolas Borsinger. «Donde esta historia me atormenta es que corremos el riesgo de pasar de un CICR sagrado e intocable a un CICR arrastrado por el barro. Soy muy consciente de cuán interesados están los estados más malévolos en un CICR criticable e insignificante».

Y la observación es idéntica internamente. «La gerencia quebró la revuelta, despidió a la gente mayor y llamó al orden a todo el mundo. El CICR es una organización tan fantástica que tememos romperla: esto ha contribuido en gran medida a matar la protesta interna», declara T., jefe de la delegación. «Hay un debate falso, organizado por la gerencia, entre lo antiguo y lo moderno, mientras que desde el punto de vista de las víctimas, el sufrimiento y la guerra, el mundo no ha cambiado», concluye G. en Europa.

«Promoviendo los intereses de Suiza»

Todos se preguntan qué es lo que hace exponerse tanto a Peter Maurer (quien no ha respondido a nuestras solicitudes de entrevistas) y por qué insiste en mantener flancos abiertos a las críticas. «Berna ha reemplazado a Ginebra al mando del CICR», opina un delegado. «Maurer desempeña un papel político». «El dinero privado representa menos del 5% del presupuesto del CICR, la verdadera razón de las acciones de Maurer es promover los intereses de Suiza y la economía suiza, y una ideología ultraliberal que desea influir en el entorno económico y sobre las decisiones políticas», denuncia  Thierry Germond. «Es una deriva muy seria. Una traición».

El ex presidente de Médicos Sin Fronteras y director de investigación en la Fundación MSF, Rony Brauman ha sido un gran observador de la acción humanitaria durante cuatro décadas. Él cree que «el CICR se enfrenta a una deriva muy inusual en el mundo humanitario». «Lo más problemático es la opacidad de los compromisos del presidente y la falta de diálogo interno. Parece que Maurer ha debilitado las misiones históricas del CICR en favor de proyectos cuya lógica es difícil de comprender», analiza el Sr. Brauman. «Germond y los Veinticinco están intentando desesperadamente rescatar al CICR».

En Ginebra, el tiempo de silencio puede haber terminado. En su libro publicado en octubre, Une certaine idée de la justice (Favre), el jurista suizo Dick Marty acude al rescate de los disidentes y «lamenta que el presidente del CICR haya aceptado formar parte de la Junta Directiva del Foro de Davos» y se encuentra  «también desconcertado sobre algunas asociaciones con multinacionales». Pide a Suiza que «tome una iniciativa política». Una pregunta dirigida al gobierno sobre la crisis por la que atraviesa el CICR se presentará en el parlamento federal este diciembre. Los miembros quieren abrir el debate.

Para Thierry Germond, el «denunciante» pionero del desafío, incluso un cambio improbable de presidente no resolvería el problema por completo. «Se necesita un gesto radical: la Asamblea entera debe renunciar. Se necesita una estructura interina de delegados, ex delegados y personalidades verdaderamente independientes para abrir el debate y elegir un nuevo gobierno para el CICR». «Suiza tiene algo que decir y necesita despertarse», dice Marguerite Contat. «En el CICR, ya sabes, somos un poco misioneros. Seguiremos luchando para salvarlo. Está fuera de discusión que dejemos pasar esta historia».

ha sido corresponsal, jefe de la sección de Internacional (entre 2005 y 2008) y director adjunto (en 2013) del diario Le Monde. Cuenta con una amplísima experiencia como enviado especial desde 1993: cubrió durante cuatro años el sitio de Sarajevo y las guerras de Bosnia, Croacia y Kosovo. Investigó la destrucción del campo de refugiados palestinos de Yenín y asimismo el genocidio de Ruanda, los conflictos de los Grandes Lagos y la guerra entre Eritrea y Etiopía. Tras el 11 de septiembre de 2001, cubrió las guerras de Afganistán e Irak, Más recientemente, informó desde Egipto de la caída de Mubarak y, también como enviado especial, de la guerra de Libia.
Fuente:
https://www.lemonde.fr/international/article/2018/11/30/crise-ethique-a-la-croix-rouge-internationale_5390802_3210.html?xtmc=cicr&xtcr=1
Traducción:
Ana Jorge

Subscripción por correo electrónico
a nuestras novedades semanales:

El responsable de tratamiento de tus datos es Asociación SinPermiso y la finalidad del tratamiento es hacerte llegar nuestras novedades. Puedes ejercer tus derechos en materia de protección de datos contactando con nosotros*. Para más información consulta nuestra política al respecto (*ver pie de página).