Celebración del pensamiento creativo: palabras para la despedida de Toni Domènech

David Casassas

24/09/2017

Reproducimos a continuación la traducción castellana del texto leído por David Casassas en el funeral y acto de despedida de Toni Domènech, celebrado en Barcelona el pasado miércoles 20 de septiembre.

Hablo como amigo que quiere a Toni, pero lo hago según cierta lógica de cuotas: si lo he entendido bien, me han pedido que hable, sobre todo, como discípulo, como estudiante que, un día, queda admirado, maravillado ante toda una constelación fabulosa de problemas y fenómenos interrelacionados que Toni hace que se despliegue de golpe ante ti, lo que te permite sentir, bien jovencito, que estás descubriendo tierra o, si lo preferimos, un río, un río que caudaloso discurre y discurre y que hay que conocer y en el que uno debe sumergirse -Toni, por cierto, advertía a menudo de que el pensamiento fértil es un río ancho, ¡pero con orillas!-. Creo, pues, que me han pedido que hable como aquel estudiante fascinado que luego es discípulo y que, más adelante, colabora con Toni y convive, y viaja, y habla con él: de ciencia, de política, de la vida, de fútbol -del que también sabía un rato largo-, de amores, de nada en general y de todo en particular.

Y no estoy solo. No soy el único. Estudiantes como yo, que terminamos colaborando con Toni, ha habido y hay muchos, algunos de ellos hoy aquí: gente de la Universidad de Barcelona y de otras universidades y espacios bien diversos, catalanes y del resto del Reino de España. Pero estoy pensando también en gente joven -joven en sentido amplio, que ya sé que los años corren-; gente joven, digo -y pienso en personas bien concretas: por ello enumero países-, de Argentina, de Cuba, de Ecuador, de Chile, de Brasil, de Colombia, de México, y también de Dinamarca, de Polonia, de Francia, de los Estados Unidos. Todos nosotros quedamos impresionados, seducidos -Toni era un gran seductor- por la solidez de esta roca -roca porosa, pero roca al fin y al cabo- que ha sido Toni. Autoexigente y exigente; dispuesto siempre a espolearnos avivando las inquietudes y alimentando las capacidades de todos y cada uno de nosotros -esto Marta, discípula y, además, hija, creo que también lo sabe perfectamente-; a ratos castigador -Toni podía también ser muy severo-; irreductiblemente fiel a una idea de verdad como correspondencia con la realidad; inclemente, por tanto, con la farsa y el filisteísmo -la mala leche de Toni es proverbial, y quien sabe si quizás a ratos también excesiva, cosa que a veces discutíamos-; todo esto a muchos nos ha hecho sentir que uno de los lugares más importantes de nuestras vidas era su lado, con su gente.

Yo todo esto lo resumiría en la inusitada capacidad de señalar, de distinguir, de poner de manifiesto, que Toni poseía. Y esto significa creatividad -el otro día hablábamos de ello con María Julia, su compañera-. Creatividad no es ese cuento romántico del supuesto genio que de golpe va e inventa algo; creatividad es la genial capacidad de detectar, descubrir y poner en relación elementos que ya estaban y que están -el mundo es histórico, nos decía siempre Toni-, pero que no habíamos sido capaces de entender y valorar, ni por asomo: una raíz indoeuropea utilizada para designar a los pobres en la Grecia clásica que, de golpe, te ilumina el conjunto de la filosofía política occidental; la toponimia catalana -y castellana, y francesa, e inglesa y alemana- como camino para entender la lucha de clases desde el siglo XII hasta nuestros días; un verso de Juan de la Cruz; pero también la catenaria invertida de la pérgola de Gaudí en el Palacio Real de Barcelona -id: además de delicadamente hermosa, era uno de los refugios secretos de Toni, y no porque sí-; y también la pintura extremadamente cómica -con Toni uno se partía el pecho de risa- con la que desnudaba a mandarines y vendedores de humos de toda índole -Toni tenía mucho de Groucho Marx, de Cantinflas, del Cervantes que te dice que el rey anda en pelotas-; o también, finalmente, la mejor roca desde la que zambullirse en el Mediterráneo en Sa Tuna, cerca de Begur, a escaso rato de Vulpellac, donde tenía su casa.

Decía que creatividad es poner en relación y entender fenómenos que ya estaban y que están; pero creatividad es también capacidad de poner en relación y proponer realidades que no están y que, por una cuestión de justicia, sabemos que deberían estar, lo que lleva de la mano la necesidad de distinguir aquello que, por una cuestión de justicia, debe ser demolido, destituido, pues de ningún modo debería estar. Hace falta mucha creatividad para leer un proceso revolucionario. Y Toni, revolucionario de los pies a la cabeza, nos ha ofrecido pistas y más pistas para entender y practicar, también hoy, la gran revuelta comunista, que es tan vieja como la historia humana, pero que en cada momento histórico se ha de interpretar, y eso no es tarea fácil.

Y, ya puestos, termino con un tono algo leninista: y ahora, ¿qué hacer? Sigo pensando especialmente en nosotros “los jóvenes”, pero no sólo. ¿Qué hacer? Pues la verdad es que no tengo mucha idea. Pero sí hay algo que aparecía cuando hablabas con Toni -con Toni se podía hablar, no con estas palabras, claro está, de la dificultad de vivir al lado de un gigante como él-. Hay algo que no hemos de hacer de ninguna de las maneras: pretender ser como Toni -y, menos todavía, pretender ser Toni-. De entrada, porque es un imposible ontológico: Toni es Toni, y quien no es Toni no es Toni -esto es una pequeña tautología, pero ya nos entendemos-. Además, puestos a ser alguien que no eres, lo cual no es muy recomendable, pues hombre, quizás sea mejor buscar una tarea más fácil, más asequible -ser Toni debe ser muy pero que muy difícil, incluso para el propio Toni-. Pero, sobre todo, tratar de ser quien no se es constituye una deserción de uno mismo que no nos podemos permitir: todos tenemos nuestra singularidad, que hemos de proteger con cuidado -y esto Toni lo repetía mucho-. Pero eso sí: lo que sí podemos hacer, y creo que hemos de hacer, es sentir la gran invitación de Toni a desmelenarnos y a transitar por los caminos abiertos por él y por los que éstos puedan abrir más adelante.

Toni nos ha regalado un mundo por recorrer y para ir haciendo y rehaciendo en común. Por ello, muchos, muchas, no podemos hacer otra cosa no ya que admirarlo, que lo hacemos; muchos, muchas, no podemos hacer otra cosa que quererlo y que seguir queriéndolo.

En fin. Como decía Toni cuando cerraba sus mensajes de correo electrónico, “¡la seguimos!”

* * *

Addendum. Hay un pequeño detalle que tuvo lugar durante la despedida de Toni en el Tanatorio de Sant Gervasi. Cuando, al término del acto, sonó la Internacional, la trabajadora de servicios funerarios que ayudó al buen funcionamiento de la ceremonia se mantuvo en un lugar discreto pero bien visible para muchos, cruzó las manos por debajo del ombligo, la mirada repartida entre el suelo y los movimientos de los asistentes, a quienes parecía vigilar cuidadosamente, y cantó. La trabajadora de servicios funerarios cantó la Internacional en la despedida de Toni.

es profesor de teoría social en la Universidad de Barcelona. Miembro del Comité de Redacción de SinPermiso, es vicepresidente de la Red Renta Básica. Forma parte de la Junta Directiva del Observatorio de los Derechos Económicos, Sociales y Culturales (DESC). Ha coordinado el libro Revertir el guión. Trabajos, derechos y libertad (Los Libros de la Catarata, 2016).
Fuente:
www.sinpermiso.info, 24 de septiembre 2017
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