Alemania: la campaña electoral fallida de Die Linke

Thomas Schnee

22/09/2017
Se podía haber creado una dinámica de campaña alrededor del precariado, porque cerca de 13 millones de alemanes viven por debajo del umbral de la pobreza. Ante las elecciones al Bundestag, Die Linke, el Partido de la Izquierda, no ha logrado movilizar más allá de su electorado tradicional.
 
Se pegó incluso un tiro en el pie antes del comienzo de la campaña electoral. Aunque el ABC de la nueva izquierda ha consistido, internacionalmente, en presentar un rostro carismático - ya fuese Sanders, Mélenchon o Iglesias - Die Linke ( "La Izquierda") ha optado por presentar dos en las elecciones al Bundestag: Sahra Wagenknecht y Dietmar Bartsch. Si esta opción quiere ser un signo reconciliador, la candidatura bicéfala también simboliza un desacuerdo. Pero es tan conocido que no debe hacer perder el objetivo: unir a la izquierda en Alemania. Unos días antes de las elecciones, Die Linke giraba en torno al 10% en las encuestas, su resultado tradicional.
 
Mientras Dietmar Bratsch representa una izquierda reformista moderada, Sahra Wagenknecht es considerada la representante del ala izquierda del partido. Aunque ambos candidatos de Die Linke defienden una política fiscal severa para los ultra-ricos y se han comprometido a mejorar la protección social, y están contra la exportación de armas, estas cuestiones realmente no han sido planteadas en la campaña.
 
Desde 2015, la llegada a la República Federal de alrededor de un millón de refugiados es el tema central. Y es precisamente sobre este tema en el que los dos candidatos no tenían inicialmente una línea común. Antes de su designación como candidata en enero, Wagenknecht enfureció a gran parte de los militantes de Die Linke afirmando en un comunicado de prensa en el verano de 2016 que: "La acogida e integración de gran número de refugiados plantea problemas”. También señaló que eran necesarias medidas para que la población pudiera sentirse segura de nuevo", insinuando que la inmigración era un peligro. Lo que la situaba a la derecha de Merkel, que ha permitido la acogida de los solicitantes de asilo. En un contexto donde el joven partido de extrema derecha, la Alternativa für Deutschland ( AFD), crece en los sondeos gracias a un discurso contra los inmigrantes, este posicionamiento no fue bien recibido. Miles de personas que participan en las asociaciones de ayuda a los refugiados se vieron desacreditadas por una representante de la izquierda. La decepción fue aún mayor porque Wagenknecht siempre se había mostrado antinacionalista, hasta criticar la posición hegemónica de Alemania en la Unión Europea.
 
En el congreso de su partido en 2016 le tiraron a Wagenknecht un pastel de chocolate en la cara. Estas acciones simbólicas de una organización antifascista hasta ahora habían estado dirigidas contra los representantes de la extrema derecha. Es mucho decir. El líder de Die Linke también fue criticado en su momento por Bartsch, co-presidente del partido, que ahora se ha puesto de su lado. Sahra Wagenknecht dijo haber sido mal interpretada. Sin embargo, posteriormente, otros comentarios similares dan testimonio, también, de una cierta hostilidad hacia los refugiados. Si el propósito evidente de la candidata era recuperar a los votantes de las clases trabajadoras que se habían unido a la extrema derecha, es posible que la maniobra haya causado el efecto contrario: la pérdida de votantes de izquierda. Aunque podría haber movilizado a los sectores precarios hablando de justicia social, Wagenknecht se ha adaptado a la agenda de la AFD centrándose en su tema clave, el rechazo de los refugiados.
 
Durante esta campaña, la estrategia de comunicación de Die Linke no fue capaz de superar este problema inicial. Aunque Wagenknecht afirma ahora defender la acogida de refugiados, al igual que su colega Bartsch, no han emergido otros debates políticos. Wagenknecht y Bartsch han conseguido imponerse en un par de debates televisados. Pero la precariedad, las leyes Hartz IV, la injusticia fiscal o la disparidad salarial entre hombres y mujeres no han estado particularmente presentes. Tampoco ha habido un discurso pasional capaz de ser recogido por las redes sociales. Simplemente no hay entusiasmo. Cuando se le pregunta a Wagenknecht sobre las dos primeras medidas que tomaría como canciller, habla de un aumento del salario mínimo. Pero se olvida de decir que el salario mínimo debe extenderse a todos los asalariados, lo que no es el caso hoy en día. También ha perdido la oportunidad de hablar de una política fiscal más severa con los ultra ricos, en respuesta a esta pregunta esencial.
 
Con cerca de 13 millones de personas pobres , sin embargo había más que motivos para reagrupar a los electores en torno a reivindicaciones similares, como la distribución de la riqueza, como ha hecho a su manera Jean-Luc Mélenchon en Francia. Pero ni Bartsch ni Wagenknecht parecen creer en un cambio, cuando defienden la causa. Es como si se hubieran resignado a seguir siendo el mismo pequeño partido de oposición.
 
Otra herida abierta es el pasado histórico del partido. Die Linke nació de la fusión en 2007 de dos partidos de izquierda, uno de los cuales era el PDS. Pero el PDS era formal y legalmente el sucesor del SED, el partido comunista unificado de Alemania del Este antes de la reunificación. Antiguos dirigentes del este siguen estando activos en Die Linke - entre ellos Dietmar Bartsch, el segundo candidato. Aunque la generación post-unificación se muestra indiferente a ese pasado, para otros el recuerdo del régimen represivo y de la vigilancia masiva sigue estando demasiado presente como para olvidarlo. Die Linke intenta dar una imagen más juvenil, separada de ese pasado. El hecho de que muchas figuras prominentes del partido apoyen a Rusia y a su presidente Vladimir Putin sea cual sea el tema, una especie de tradición, no ayuda.
 
¿Una izquierda más fuerte se orientaría hacia los ecologistas de Die Grünen ( “Los Verdes")? Este partido también se sitúa en la izquierda y ha decidido presentar dos candidatos a las elecciones. Uno de ellos es Cem Özdemir, de familia trabajadora e inmigrante. Su biografía le habría permitido proyectar una imagen cercana a la gente, sensible a las injusticias sociales. Pero no ha sido esa la apuesta de Die Grünen. Dos semanas antes de las elecciones, en un debate televisado con el ministro de Finanzas Wolfgang Schäuble, Özdemir optó por poner de relieve las similitudes entre los Verdes y la CDU, el partido conservador. El mensaje era evidente: Die Grünen está dispuesto a construir una coalición con el partido de Merkel y Schäuble. Özdemir ha reafirmado de esta manera la imagen de los Verdes como un partido burgués que se sitúa entre los partidos del sistema, independientemente de su orientación.
 
En cuanto a los dos partidos gobernantes, la CDU y el SPD, han decidido hacer de esta izquierda dividida - o lo que queda de ella - su enemigo, una auténtica amenaza. Olaf Scholz, alcalde de Hamburgo, dijo este verano que Die Linke era el "brazo parlamentario" del bloque negro anarquista que se había manifestado contra la cumbre del G-20, participando en enfrentamientos con las fuerzas de seguridad, quemado coches y rompiendo escaparates. Se reprochó unánimemente a Die Linke no distanciarse lo suficiente de esa violencia en la cumbre del G-20. Una vez más, el partido ha permitido que sean otros quienes dicten los temas del debate público. No se oirá hablar de justicia social, porque quienes la exigen han quemado unas pequeñas tiendas. La estrategia ha funcionado a la perfección. Thomas de Maizière, ministro (CDU) del interior, ha conseguido lo que quería al prohibir recientemente el portal de información de extrema izquierda linksunten.indymedia.org, alegando que había llamado a la violencia. La ONG Reporteros sin Fronteras criticaron la prohibición; los administradores del sitio anunciaron que iban a presentar una querella. Pero de Maizière consiguió lo que quería: una cabeza de turco, para demostrar que utiliza los mecanismos de represión de los que dispone. La izquierda radical, minorizada, ha sido incapaz de superar este obstáculo para crear una elección dinámica electoral con voluntad de llegar a la mayoría.
Corresponsal en Alemania de Mediapart.
Fuente:
https://www.mediapart.fr/journal/international/190917/allemagne-comment-die-linke-rate-sa-campagne-electorale?utm_source=20170919&utm_medium=email&utm_campaign=QUOTIDIENNE&utm_content=&utm_term=&xts=&xtor=EREC-83-%5BQUOTIDIENNE%5D-20170919&xtloc=&url=&M_B
Traducción:
Enrique García

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