Adiós a Elmar Altvater, marxista apasionado

Luciana Castellina

17/05/2018

Me cansa escribir,  me parece como si me hubiera convertido en pájaro de mal agüero, o acaso en sepulturera: ya son demasiados los textos míos con ocasión de la muerte de compañeros, o quizás son demasiadas las muertes que van afligiendo a la comunidad deil manifesto, y me toca a mí, siendo la más vieja, recordar.

Recordar a quien ha vivido codo con codo con nosotros hasta hace poco tiempo sí llega a convertir su desaparición en un acontecimiento difícil incluso de percibir. Porque si bien los seres humanos mueren desde siempre, no encontramos una razón, y cada una de las veces nos parece imposible e inaceptable. Desesperante si son jóvenes como Angela [Pascucci], pero en el fondo también cuando son mucho más viejos, como Valentino [Parlato]. .

Esta vez vuelvo a tomar la pluma para llorar a un compañero que recuerdan acaso sólo los más ancianos, pero que ha estado junto a nuestro periódico desde siempre, un compañero extraordinario y un amigo queridísimo. Hablo de Elmar Altvater, que falta desde anteayer, después de que hace dos años una terrible enfermedad le dejara sin cuerdas vocales; pero él, que era un verdadero luchador, con mil esfuerzos y acosado por dolores que le habían atacado enseguida otras partes del cuerpo, había conseguido aprender en poco tiempo a hablar desde el vientre, lo que  ayuda de algún modo al que ya no tiene voz. Y así pude todavía chismorrear con él en Berlín en febrero, si bien con gran melancolía.

Esperaba volver a verlo de nuevo en el Congreso Internacional por los 200 años de Marx, promovido por la Fundación Rosa Luxemburg y, por el contrario, sólo he podido escuchar el recuerdo dolorido que se le ha dedicado al inicio de sus tareas. 

Elmar estuvo durante largo tiempo al frente del departamento de ciencias políticas de la Freie Universitaet de Berlín, y era ahora profesor emérito: un economista conocido en todo el mundo.

Pero Elmar ha sido mucho más: un alemán raro, pues estaba lejos de los sectarismos de la vieja izquierda alemana, pero al mismo tiempo nunca fue indulgente frente al anticomunismo tan fácil de encontrar en este país. Un militante político apasionado y que, sin embargo, no había querido asumir nunca cargos institucionales, que había seguido siempre comprometido con su valioso trabajo de estudioso.

Se había iniciado a finales de los años 60 en el SDS, el que fue grupo de Rudi Dutschke, y continuó luego en el Socialistisches Burö, una asociación de camaradas que desempeño en los años inmediatamente posteriores al 68 un valioso papel, cuando no había caído todavía el Muro, los Verdes no habían entrado en escena y los comunistas del Oeste eran una secta.

Estuvo cerca de los Verdes, pero no por mucho tiempo: después de su giro a la moderación se alineó junto a die Linke. La verdadera ruptura se produjo por las posiciones asumidas sobre Kosovo por el gobierno SPD-Verdes.

Durante muchos decenios, la revista dirigida por él, Problemen der Klassenkapf («Procla» – como era denominada), una publicación mensual que recogía lo mejor del pensamiento marxista no dogmático, constituyó un punto de referencia importantísimo.

Pero lo más importante que hizo Elmar fue ofrecer con mucha anticipación el más autorizado análisis marxista de la cuestión ecológica, imponiéndola a la reflexión académica y militante. Y contribuir muchísimo a orientar en esta temática también a los sindicatos alemanes con los que siempre  colaboró.

Sus libros son numerosísimos, siempre traducidos al inglés, y nunca, desgraciadamente, al italiano, pese al hecho de haber colaborado con muchos de nuestros periódicos y revistas. Culpa nuestra. Porque con Italia tuvo Elmar Altvater siempre una relación estrecha. Desde un principio, cuando gracias a él en Berlín, recién aparecidas, se tradujeron y presentaron en atestadas asambleas estudiantiles, las Tesis sobre el Comunismo del Manifiesto. Y estuvo comprometido luego en el trabajo sobre el Tercer Mundo de la Fundación Basso, de la que fue también vicepresidente.

Hasta el final  – me cuenta su compañera Brigit Mahnkopf, coautora de muchos de sus libros, economista también ella  – trató de expresarse para poner punto final a un artículo para el Socialist Register que estábamos escribiendo juntos. No quería siquiera tomar en consideración la hipótesis de la muerte, a la que ha tratado de resistir hasta el final. Y así perdió el conocimiento sin que llegáramos siquiera a saludarnos.

es una reconocida periodista y analista política italiana que colabora regularmente con el cotidiano comunista Il Manifesto. Fue miembro del partido socialista y pacifista Democrazia Proletaria y luego de Rifondazione Comunista. Ha sido diputada en el Parlamento italiano y en el europeo. Recientemente se ha adherido al llamamiento a una lista unitaria de la izquierda italiana para las elecciones europeas impulsado por figuras como Luigi Ferrajoli, Rossanna Rossanda, Pietro Ingrao o Danilo Zolo.
Fuente:
il manifesto, 4 de mayo 2018
Traducción:
Lucas Antón

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